EDIFICIOS HISTÓRICOS (I). PALACIO DEL ALMANZORA

El Palacio del Almanzora es un edificio de arte neoclásico más destacado de toda la provincia de Almería. Tuvo su origen en el siglo XVIII cuando en el marquesado de Los Vélez, se decidió dividir en tres zonas administrativas su área geográfica.

Construyeron el edificio en Almanzora y contaba con graneros para recogida de cereales, almazara, áreas de vivienda y áreas administrativas, aprovechándose posteriormente el edificio principal, como casa solariega de las familias de los Marqueses de Villafranca y del Marqués de la Romana.

A mediados del siglo XIX, el Palacio del Almanzora fue adquirido por Don Antonio Abellán Peñuela, de Cuevas de Almanzora a Doña Tomasa Alvarez de Toledo y Palafox (duquesa de Montalvo) en 1.860. En 1872 fue nombrado Marqués por Amadeo I, convirtiéndose así en primer Marqués del Almanzora. Éste mandó ampliar considerablemente el edificio principal añadiéndole nuevas dependencias y convirtiéndolo en un palacio, dándole el aire neoclásico que estaba de moda en las construcciones de la época.

Es uno de los escasos ejemplares conservados de vivienda con marcadas pretensiones palaciegas existentes en esta provincia. Especialmente destacables son sus fachadas y el patio, en los que se puede percibir el abandono de las fórmulas estéticas del barroco a favor de las academicistas, en consonancia con los gustos de la burguesía industrial del tránsito de los siglos XVIII al XIX, enriquecida en esta zona gracias a la minería del plomo.

Consta de un pabellón principal con dos alas en escuadra, que dejan en el centro un patio en honor. Tanto el pabellón principal como el ala izquierda, albergan las distintas estancias utilizadas para vivienda mientras que el ala de la derecha es ocupada por la capilla, la cual tiene entrada por el patio de honor, dispensándose su planta rectangular  de forma perpendicular al eje del patio así como las caballerizas, la almazara y demás dependencias para servicios.

La fachada externa del patio de honor está realizada en ladrillo visto, con decoración de mármol blanco, y en el centro, un arco de medio punto sobre pilastras encuadrado por elementos similares. Una cornisa en línea quebrada bordea todo su perfil. En el centro se encuentra el escudo de Armas de Abellán, el cual consta de un manto del que pende el escudo de Carlos III.

En el interior del Palacio del Almanzora, al que se entraba por una puerta de sólida madera tallada, se encontraba un amplio vestíbulo por el que se pasaba al resto de las dependencias. Algunas habitaciones conservan numerosos elementos decorativos como zócalos pintados imitando la textura del mármol, alegres colores en las paredes y techos con dibujos diversos.